martes, 8 de diciembre de 2009

Del anábasis o como el gordo y yo nos perdimos en la era de Genofonte


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4 comentarios:

  1. El lector interesado por los griegos se encuentra con el nombre de Jenofonte de Atenas cuando lee de Sócrates. Jenofonte fue discípulo de Sócrates, como Platón y muchos otros.

    La importancia de la parte màs conocida de la obra de Jenofonte radica en esa familiaridad. El Sócrates de los Diálogos de Platón es un dios mortal, un héroe y un maestro cuyo único par es Jesucristo de Nazaret. Pero, el Sócrates del que tenemos noticia en la Memorabilia de Jenofonte es totalmente distinto. Este Sócrates es un buen ciudadano, un buen vecino, un hombre campechano; interesado en los manejos del comerciante (alaba la manera en que los fenicios organizan las mercancías en sus naves), interesado en cómo los esposo pueden llevarse mejor y vivir en armonía. La diferencia entre el Sócrates plaónico y el de Jenoonte es tan grande, que agranda aún más la figura miteriosa de Sócrates. Ni uno ni otro coinciden. Entonces, ¿quién era y qué era Sócrates de Atenas?

    Pero Jenofonte escribe más, hace más. Es un militar y un mercenario que reporta su campaña en la Media (hoy Turquía e Iraq), y escribe un tratado de caza.

    También escribe obras políticas, lo que en la Edad Media se conocían como "espejo del príncipe": obras que le ponían modelos, reales o ficticios, para que se condujera como un rey digno.

    Además, Jenofonte es testigo, junto con Platón, de la debacle de la democracia en Atenas. Vive la guerra del Peloponeso, que va a ser ganada por los espartanos, que toman el Pireo y los puertos atenienses, instauran un régimen aristocráticos y terminan con el poder y la influencia de la Atenas de la Edad de Oro.

    Por todo esto el que sienta curiosidad por los griegos, debe conocer a Jeofonte.

    Y, en la medida en que Jeofonte vive y experimenta situaciones en la que todos los ciudadanos, todos los estudiosos, todos los soldados, todos lo filosófos, y todos los amigos podemos vernos involurados, es valioso leerlo.

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  2. El trozo de mundo que es la antigua Grecia se extiende, por tierra, desde las espaldas de Italia hacia Albania y Yugoslavia. Sigue hasta Grecia –antes era el Peloponeso-, Turquía, y todas las costas colonizadas por los fenicios. Hoy esas colonias son los modernos países de Libia, Israel, el Líbano y Siria. Por mar, va del Mar Mediterráneo hacia arriba al Mar Egeo y aún más arriba hasta el Mar Negro, encontrándose con Rusia y los mongoles. Baja finalmente por muchas islas hasta Egipto y así se adentra a África.

    La mención de esos países debería recordarnos la importancia de esa zona para el Mundo. Esta región es donde las civilizaciones occidentales (justamente Grecia, luego Roma y luego las naciones europeas) se encuentran con las civilizaciones asiáticas: primero los egipcios, los babilonios, luego los persas, y finalmente los distintos reinos y dinastías musulmanas: turcos, árabes, africanos, mongoles. Es la zona nativa de los judíos, de quienes se formó nuestra religión y mucho de nuestra moral.

    Desde el inicio de la civilización, esta ha sido la matriz del Mundo: el lugar donde Oriente y Occidente se conocen, influencian, fertilizan, chocan, destrozan y regeneran.

    Los aztecas, por ejemplo, estaban fuera, definitivamente fuera de esta órbita. Era imposible que conocieran a cualquiera de esos pueblos. Su civilización (letras, números, mitos, moral, dioses, medicina, cosmovisión) fue totalmente autónoma, original. Sola. De nadie bebieron más que de los olmecas. De nadie más podían beber. Los olmecas fueron Adán: solos, únicos con lenguaje en un mundo habitado por animales mudos.

    Qué distinto sería nuestro mundo si Occidente y Oriente no hubieran convivido, desde siempre, por el hecho de estar unidos geográficamente. ¿Cómo sería nuestro mundo si la geografía hubiera puesto tan lejos a Europa de Asia como la puso de América? ¿Cómo sería el mundo si Europa, América y Asia no se hubieran encontrado sino hasta después de tres mil años de crecimiento autónomo? Por eso esa zona es importante. Hay que recordarlo.

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  3. ¿A quién recomendaría la lectura de Jenofonte?

    A quien desee saber de la amistad. A quien desee conocer la historia de la Grecia de la Edad de Oro o clásica. A quien desee conocer de Sócrates de Atenas, el filósofo.

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  4. La ultima ves que discutimos sobre Jenofonte fue con 6 botellas de tinto pa, al lado de Lebraksus y Ego sun...

    En fin que toabia tengo resaca.

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